Hasta hace algunos años, las denominadas Ferias Americanas
eran realizadas por grupos consolidados (Cooperativas, entre otros) que veían a las mismas como una forma
de hacer dinero mediante la alternativa para aquellas personas que deseaban
vestirse bien y a bajo costo. Sin embargo,
esa tendencia fue cambiando paulatinamente desde un poco más de un lustro atrás,
convirtiéndose en una alternativa general para escapar de la crisis económica.
En sus principios, las Ferias Americanas eran realizadas por
gente que procedía de otras latitudes del país, buscaban un espacio físico, y abrían
en determinados días, solamente comercializando indumentarias, en su mayoría de
buena calidad. De a poco se fueron sumando otras opciones, todo esto a medida que
la gente respondía adquiriéndolas.
Pero, la crisis económica que comenzó a golpear el bolsillo fue
generando un efecto de transformación de dichas ferias, dado a que, para
escapar de la crisis o solventar gastos que escapaban de lo habitual, muchas
personas comenzaron a sacar la ropa que menos usaban y exponerlas para la
venta.
Esa situación se generalizó, actualmente en los barrios
varias vecinas se nuclean en alguna vivienda para organizar “sus ferias”, donde
ponen a la venta todo aquello que menos usan, o bien, intercambian por algo que
les hace falta.
“Aquí la ropa siempre es linda, está en buen estado, y
aunque no sea de calidad, se la vende” expresa una de las mujeres, que es ama
de casa devenida temporalmente a comerciante.
Quienes compran saben que es ropa de segunda o tercera mano,
pero si se la ve bien se la adquiere a costos muchos más bajos, incluso que los
que existen en las ferias de calle Rivadavia o en la Feria del Río.
Quizás, quienes se dedican a la actividad comercial y pagan
todos los impuestos que se les exige, vean estas ferias como una
competencia desleal, pero el motivo pasa por otro lado, la plata no alcanza
para comprarse algo nuevo.
En estas ferias barriales ganan todos, tanto el que pudo
comprar a bajo costo algo “nuevo” para lucir, como el que vendió sus prendas
para pagar los elevados impuestos o en otros casos, simplemente “para parar la
olla”.
Quienes participan de las ferias no las ven como algo para
hacer plata fácilmente, es simplemente la necesidad la que los llevó a esta situación.
“Algunos nos quedamos hasta con poca ropa, hablar que somos vagos es fácil,
pero yo los quisiera buscando trabajo y sin poder abrir puertas ¿Qué harían?”
destaca otra vendedora.
Lo cierto es que, el panorama económico nacional lleva casi
ocho años de caída, y por el momento no
se avizora ninguna mejoría, peor con los tarifazos en la gestión de Cambiemos que aún se mantienen, y la devaluación encubierta del gobierno del Frente de Todos.
La crisis golpea, convierte a muchos en cara de herejes, al punto de quedar apenas con lo que visten.
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