Constantemente se habla del
mal estado de las rutas para justificar accidentes viales (que en todo caso no
son accidentes si es que pueden ser evitados), y eso simplemente no hace otra
cosa que reafirmar lo que somos… personas que no aceptamos nuestros errores
porque es más fácil echar la culpa al otro.
En el caso de la ruta
nacional Nº 9, permanentemente nos referimos a ella para hablar del mal estado
de la misma, pero jamás hablamos de lo mal que conducimos.
Si nos ponemos a hablar estadísticamente
sobre los accidentes de tránsito que sucedieron en el trayecto que une Las
Termas de Río Hondo con la capital santiagueña, concluiremos que, la causa de
los mismos en un índice ínfimo es por el estado de la calzada, mientras que la mayoría
es a causa de la mala conducta vial de los conductores.
Si los carteles indican que las
velocidades máximas permitida son de 90 o 110 kilómetros por
hora, no entiendo la razón para excederse de los mismos. Similar cuando la demarcación
de dos líneas amarillas prohíbe el adelantamiento en lomadas o curvas, y sin embargo,
sobrepasan en las mismas.
Nos podemos quejar de que la
ruta ya debería ser ruta segura o autopista, pero mientras no lo sea,
aprendamos a respetar las normas establecidas para su tránsito seguro, y
seguramente no tendremos que lamentar nuevos accidentes de tránsito que, en
caso peores, se cobran vidas humanas.
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